Un niño hace remontar su cometa,
la cual se eleva hacia el cielo.
Mientras el travieso corre, alborozado,
la pájara caracolea en el bello azul.
Niño y cometa es uno solo,
y bajo el sol no existe más nada
importante a su alrededor,
sólo ese gozoso momento.
Por la tenue línea que los une
suben sueños, risas y esperanzas,
y hasta parece que Dios
ríe y juguetea con ella.
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