miércoles, 12 de mayo de 2010

En el inicio fue...

No recuerdo con exactitud cuándo comencé a tratar de escribir poemas. Pero sí llevo en mi memoria ese momento en el cual la luna se me acercó, discreta, y me sopló en el oído palabras tan dulces, que aún no hallo cómo saciar la sed que me dejó. Leyendo a Pablo Neruda, me topé con este poema, y guardando la obvia distancia, me identifiqué de manera inequívoca con él. Es justo entonces, que mi primer post en este blog sea un homenaje a ese escrito, y a la genialidad de su autor...

La Poesía
Pablo Neruda

Y fue a esa edad... Llegó la poesía a buscarme.
No sé, no sé de dónde salió,
de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,
de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.

Yo no sabía qué decir, mi boca no sabía nombrar,
mis ojos eran ciegos,
y algo golpeaba en mi alma,
fiebre o alas perdidas,
y me fui haciendo solo,
descifrando aquella quemadura,
y escribí la primera línea vaga,
vaga, sin cuerpo, pura tontería,
pura sabiduría
del que no sabe nada,
y vi de pronto el cielo desgranado
y abierto, planetas,
plantaciones palpitantes,
la sombra perforada,
acribillada por flechas, fuego y flores,
la noche arrolladora, el universo.

Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío constelado,
a semejanza, a imagen del misterio,
me sentí parte pura del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.

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