jueves, 13 de mayo de 2010

Cuando el miedo nos muestra sus colmillos...

(Esto fue publicado en Facebook el 21 de Agosto del 2009. Por eso la referencia al día de ayer. No quise corregir la nota original...)

El día de ayer, jueves 20 de Agosto del 2009, mi hija fue casi víctima de un atraco. En la medida de lo posible, trato de no ser alarmista, y hay cosas negativas que pasan en mi entorno, las cuales sin embargo trato de ignorar, seguir adelante y pasar la página. Incluso ayer comencé a escribir una nota, pero no la publiqué, ya que cada letra destilaba odio, y mostraba a ese ser primitivo que todos llevamos dentro, el cual sólo piensa en hacer daño, y profiere palabras que luego pueden llevarnos al arrepentimiento. Pues hoy, ya más calmado, redacto esta nota.

El cuento, resumido, ella estaba a unos 200 mts de su casa, cerca iba un joven, caminando también. De repente un vehículo se les acerca, se asoma un arma y alguien les dice el consabido "Esto es un atraco!". El joven tomó a mi hija por una mano, trataron de correr, pero ella cayó al suelo. En su desespero, la arrastró pero no pudo levantarla. Ella se quedó en el piso, en posición fetal, aferrando la cartera y profiriendo gritos. El joven siguió corriendo, el malandrín se bajó del vehículo y se acercó a ella. Al ver esto, el muchacho se devuelve y lo empuja, es encañonado y pierde su celular, cartera, morral. El maleante se aleja al ver gente acercándose debido a los gritos de mi hija. Ella luego se entera que el joven en cuestión se devolvió porque vió que el hijo de su madre la iba a patear en el piso, y eso lo armó del valor suficiente para arriesgar su vida. Gracias a Dios aún hay héroes entre nosotros! Mi hija le dice que le da pena que lo hayan atracado por haberse devuelto, y él le contesta que no hay dinero en el mundo que pague una vida humana. Ayer lo hablé largo rato con Dios, le di gracias porque aún hay héroes de verdad...

Aparte del susto y un gran moretón en la espalda, no se nota síntoma alguno externo en mi hija. Pero ayer, cuando la fui a visitar, vi el terror en su rostro. Ese mismo temor que hemos pasado muchos, y que nos forza a quedarnos en casa. Esa misma duda de "y si me vuelve a pasar" que nos hiela el alma, haciéndonos desconfiar hasta de nuestra sombra. Esa misma incertidumbre que declaran las personas en los periódicos, pero que la vemos lejana, y sólo la creemos cuando toca a nuestra puerta. Y me duele de manera infinita el ver que mi hija descubra el lado malo del mundo, porque le tocó vivirlo...

Soy fiel a lo que predico, y vivo practicando lo que me legó el filósofo español Ortega y Gasset, yo soy yo y mi circunstancia. Pero no deja de rondar por mi cabeza un "y si el joven no se devuelve?". Tampoco dejo de pensar en personas muy queridas a las que les arrebataron propiedades que serán difíciles de recuperar, o que perdieron a algún familiar víctima de un estado que propicia la violencia, y consiente la impunidad. No puedo, la verdad, no puedo, y me duele el alma...

No puedo terminar esta nota de manera positiva. A pesar de que ocurrió lo menos dañino posible, aún cargo una rabia infinita porque esto es consecuencia de los tiempos que vivimos. Esta cruel inseguridad que desborda todos los límites, y que se ha enseñoreado de nuestros espacios.

La verdad, no entiendo cómo puede haber tanta gente ciega, que no se da cuenta del atolladero donde estamos. Donde nos ha llevado una avaricia y sed de poder, dividiendo y sumiendo en una guerra no declarada al que era uno de los países más cordiales del mundo. Donde hace 11 años yo podía caminar de madugada por donde vivo, y hoy secuestran, matan, desvalijan casas, se llevan carros, violan en todos los sentidos a los vecinos, a cualquier hora, en cualquier día. Donde el mayor de los miedos robó nuestra alegría, la cual ya de por sí está bastante mermada... Y casi que reviento el televisor cada vez que veo la bendita propaganda de que todo lo bueno está en aumento en Venezuela. Debe ser que el oficialismo tiene un pacto con lucifer y por eso no les ocurre nada...

Repito, la verdad no entiendo cómo gente pensante puede apoyar y secundar todas estas desgracias que nos ocurren. No deberían esperar a que les tocase para que despierten. Ya bastante sangre y lágrimas han sido y son vertidas como para querer que sean mas... La realidad no es como en las películas, las balas no son de salva, los palos no son de cartón, los golpes no son fingidos, las navajas no son de goma, lo robado es prácticamente irrecuperable. Y nuestros muertos no pueden resucitar con magia alguna...

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