domingo, 10 de abril de 2011

Hasta cuándo guardar la botella de vino...

(Publicada originalmente en Facebook el Domingo, 08 de febrero de 2009 a las 13:36)

Hace mucho tiempo leí una fábula. Por respeto a aquello de la integridad intelectual debería señalar el título y el autor, pero la verdad no lo recuerdo. Eso no impide el desarrollo de mi reflexión, pero lo acoto por si acaso cometo el error de mencionarla de manera incorrecta.

En un lejano país moraba un rey que poseía una botella contentiva del más raro y exquisito vino. En varias ocasiones tuvo oportunidad de descorcharla, pero siempre la dejó para otro momento. Un día el pueblo se rebeló, y durante la sublevación derrocaron al rey, invadieron el castillo, bajaron al sótano y se embriagaron con el vino que encontraron. Y esa botella la bebieron como cualquier vino corriente, ya que no pudieron apreciar su calidad.

Esto suena harto conocido, ya que podemos transponerlo a otras situaciones de la vida. En mi caso, una vez compré una bella camisa, la guardé esperando ese momento mágico... Una noche cayó una tomenta sobre Cumaná, se coló agua por el techo del closet, cayó sobre la camisa y la manchó de forma irreparable. No pude usarla, y la regalé a un albañil que laboraba en casa.

Y así podemos hacer la comparación... incluso con nuestros corazones, con nuestro amor. Hasta cuándo nos guardamos para un carnaval que no llegará? Por que nos enfrascamos en situar el objeto de nuestro amor en personas que sólo existen en el frenesí de los sueños? Para cual personaje de un mundo virtual resguardamos lo mejor de nosotros?

Puede haber miles de explicaciones para el recelo y el excesivo cuidado que ponemos, y no quiero dar a entender que eso esté mal. Lo erróneo es la exageración, o lo que veo peor aún, el engañarnos a nosotros mismos.

No somos como la Penélope de Joan Manuel Serrat, sentados en un banco, esperando a alguien que no llegará. Somos humanos, erramos y aprendemos. Y en este largo camino llamado vida tenemos la oportunidad de disfrutarla de la mejor manera posible.

Así que es posible que esa botella de vino pueda ser abierta antes de lo que pensamos. Tal vez la persona que lleva las copas en sus manos esté más cerca de lo que creemos.

De nosotros depende el celebrar esa fiesta, y ser bañados por el amor... Y no desperdiciemos lo mejor de nosotros en relaciones sin porvenir...

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