jueves, 3 de junio de 2010

El primer beso...

Hoy mi amiga Tutu Domínguez preguntó en Twitter sobre la experiencia de aquel primer beso que nace dentro de una relación. Su inquietud me dejó muy pensativo, ya que de esa interrogante derivaron otras en mi. Luego de cavilar durante un rato, debo decir que me cuesta responderle. Al menos, no puedo hacerlo usando 140 caracteres.
Recuerdo que hay un primer beso que di cuando niño, mientras hacíamos una parodia de la bella durmiente, y yo besé a la princesa dormida. No tengo claro de la edad a que ocurrió, pero supongo que no pasaba de los nueve años. Lo que sí puedo precisar es que me gustaba la niña de esta historia. En esos tiempos, no sabíamos nada de amores y desamores, y es obvio que no existía una relación per se. Pero es un bonito beso, incluido en mi memorabilia.
Otro punto en el cual pensé largo rato es si el primer beso debe pertenecer a la primera relación. Repasando las ocasiones en que hubo una novia, traté de hacer comparaciones y sopesar si esa premisa se cumplió en mi. Debo confesar que no. Cada mujer que amé (y aún amo, de alguna manera) representa una historia diferente, y con cada una de ellas tuve ese encuentro supremo que la hizo inolvidable. Todo tiene su momento bajo el sol, y el beso golpeado, inexperto, de un quinceañero en pleno frenesí no se puede igualar al del adulto reposado que juzga la vida de otra manera. Tampoco se puede lograr revivir esa maravillosa combinación de factores que nos llevan a ese gozoso momento. Aunque repitamos palabras, sitio, vestimenta, fondo musical, etc, siempre habrá la marcada diferencia de que es otra mujer, con otros labios, otro sabor, otro querer.
Algunos de esos besos fueron los que sellaron la relación. No fue consecuencia sino causa. Pacto firmado en los labios y refrendado por lánguidas miradas rodeadas de suspiros.
Yendo más allá, me atrevo a afirmar que incluso ese ósculo existe aunque no haya una relación amorosa de por medio. Cuando la atracción ronda el sinuoso límite que existe entre la amistad y el noviazgo, es válido el considerarlo así.
De hecho, mi último primer beso tiene esas características. Se dio sin pensar, brotó en ese momento, y juro por Dios que me llenó por completo. Como los demás, lo revivo en sueños y es musa en algunos versos. Llena por completo los requisitos para ser considerado por mi como tal.
Y, la única diferencia con los anteriores, es que este dejó sembrada en mi alma la esperanza de volver a repetirlo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario