martes, 15 de junio de 2010

Amores de una noche...

Entre las memorias que conservo en el baúl de los recuerdos, están aquellas mujeres que conocí, y esa misma noche, hubo cierto grado de intimidad. Traté de analizar el por qué de lo sucedido en esas ocasiones, pero el procedimiento fue negativo. Lo único que encontré de factor común fue una mirada. Así de simple. Tal como la letra de la canción de Sentimiento Muerto, "una mirada dice todo, dice nada". Bastó ese gesto cómplice, ese guiño escondido, esa invitación de unos labios entreabiertos y deseosos para que la ocasión se convirtiera en algo mágico, especial.

Sin saber nada con respecto del otro, sin pasado, sin futuro, sólo ese presente fugaz cuya brevedad nos mordía los talones. La luna de testigo, y unos cuantos luceros sonrojados. No hubo promesas ni confesiones. Nada más la sensación de que ese momento supremo tenía que ser así, y no se podía concebir de otra manera. Pocos o muchos besos, ninguna o algunas caricias. Tal vez se recorrió el camino completo, más de una vez. A su manera, cada ocasión fue y es especial, singular e inolvidable.

Ciertas personas opinan que no son más que lapsus. O que son venganzas veladas, chantajes a otro corazón. Y es posible que el inicio haya estado impregnado de alguna turbiedad. Pero en otras ocasiones, la atracción, esa química extraña y compleja, la fuerza gravitacional de dos almas similares, nos llevó a cumplir deseos recién nacidos, y que urgían ser cumplidos.

Sea como sea, fueron pequeñas bendiciones en mi existir. Y a pesar de que algunas de esas mujeres se alejaron, apenadas y escandalizadas por lo vivido, para mí sigue siendo un beso que llevo a punta de labios y lo revivo embriagado en versos. No puedo censurarme, ya que tengo por norma el ser lo más sincero posible. Y juro basado en esa mi realidad, que me involucré por completo. Que besé y fui besado. Que quise y fui querido. Que, de alguna manera, amé y fui amado.

Mis amores de una noche perviven en mi alma. Cuando miro al cielo en una noche estrellada, los distingo claritos, titilando al lado de los que ya se fueron, mezclados con mis sueños y con mi esperanza...

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