martes, 27 de noviembre de 2012

En amor a Cumaná, en su aniversario...

Cada persona hace suya el entorno que le rodea. A través de la mirada que curten los años y pulen las experiencias vamos descubriendo y haciéndonos parte de él. En mi caso particular, llevo una relación de amantes con la ciudad que me acogió desde muy pequeño y me hizo uno más de los suyos. Con casi cuatro años de edad el oriente venezolano me abrió sus brazos, y la más bella de sus hijas se prendó en mi corazón. Me cautivó ese sol amarillo, caliente, inclemente; ese mar azul, oscuro y sabio; el olor a salitre que se sentía en la calle a pesar de la lejanía del mar. La luna me sonrió una noche, y embrujado por su argenta faz, me dediqué a perseguirla en incontables noches. Descubrir un castillo, un indio amable que te recibía al llegar, la iglesia Santa Inés, el colegio Santo Ángel, entre tantas cosas que atesoro en mi corazón. A esta ciudad le debo la primera vez que mi corazón se detuvo por un beso ansiado; las carreras asustado por el diablo de Cumaná; los amigos que me han perdurado toda una vida; los juegos, las lágrimas y las sonrisas. Incluso en su seno reposan los restos de uno de mis más entrañables quereres, mi abuela Carmen Teresa, y nació la mayor prenda de mi alma, mi hijaca Anicsa Carolina. Por este amor tan puro y limpio, nacido a golpe de mareas y amaneceres, de flores que sólo brotaban nocturnas durante mis andanzas. Por esta adoración a la ciudad que me ama y amo desde siempre, que despliega su perfume en la brisa y encanta en cada esquina. Por esta mujer hecha concreto y asfalto, a la que enamorado recorro y acaricio a diario. Por esta amante a la cual le canto, embelesado, y dedico mis mejores versos. Por ti, mi Cumaná, en tu aniversario, van estas palabras, mi cariño, y mi devoción!

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